Con una infancia complicada en un barrio de desplazados por la guerra, Zlatan Ibrahimović encontró su verdadero refugio en el fútbol. Dotado con una característica habilidad deportiva influenciada por sus conocimientos en artes marciales, a los trece años logró acceder a las filas del Malmö, el mejor equipo de su ciudad.
Desde sus comienzos destacó como una de las nuevas promesas del fútbol, incluso dándose en lujo de rechazar una solicitud del Arsenal. En su trayectoria participó en nueve equipos, teniendo momentos clave como el fichaje más costoso del Barcelona en 2009 y la victoria de doce títulos con el aclamado Paris Saint Germain. A pesar de que con su Selección no pudo concretar logros colectivos, se coronó como máximo goleador y ganador del Premio Puskás con un golazo de fantasía en la eliminatoria mundialista de 2021.
Aunque criticado por tener una personalidad del agrado de pocos, Ibrahimović se convirtió rápidamente en un jugador de culto, admirado por su gran calidad técnica y maestría para marcar goles sólo dignos de la imaginación. Debido a ello, su llegada a cualquier equipo siempre despertó grandes expectativas por parte de los aficionados, pues recibían a Zlatan, uno de los dieces más extraordinarios del fútbol internacional.