«El jugador de fútbol muere dos veces: Una cuando para de jugar y otra cuando muere de verdad» Sócrates, exjugador brasileño.

El pasado 9 de mayo, Antonio “La Tota” Carbajal Rodríguez, uno de los mejores porteros mexicanos de la historia y uno de los seleccionados nacionales más emblemáticos, murió a la edad de 93 años en la ciudad de León, Guanajuato. 

La Tota nació el 7 de junio de 1929 en la Ciudad de México. Comenzó su camino por el futbol mexicano en el Club Oviedo, en 1942. Sin embargo, su paso a la élite se dio cuando fue vendido al Real Club España, donde debutó el 2 de diciembre de 1948. 

Pero fue en 1950 cuando aparecería el  Club León, equipo donde jugó hasta 1966, consiguiendo dos títulos y el que es considerado el equipo de sus amores. Mientras tanto, Carbajal se convirtió en toda una leyenda para la afición.

La Tota contaba que todo lo que sabía lo aprendió de un portero español de apellido Urquiaga: “Por él aprendí que un partido se hace fácil o difícil según la capacidad que tenga el portero para mover a su cuadro bajo. Aprendí también que un buen portero tiene que estar gritando todo el tiempo”.

Por supuesto, no podemos obviar que Carbajal es un histórico de la Selección Mexicana. Fue convocado para los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y estuvo presente en cinco Copas del Mundo.  Su debut en la Copa Mundial se dio en Brasil 1950, después llegaron los Mundiales de Suiza, Suecia, Chile e Inglaterra.

 Al volver de Inglaterra 66 se la pasó en la banca. Cuando lo llamaron para alinear frente al Toluca, decidió que iba a ser su último encuentro. “Fue mi mejor partido. El mejor de toda mi vida. Paré dos penales, volé de lado a lado. Cuando el árbitro silbó el final, el técnico vino a abrazarme: ‘Siempre dije que era usted el mejor arquero’, me dijo. Y yo le contesté: ‘Siempre supe que era usted un hijo de la chingada’. Entonces le di la espalda, y salí del estadio”.

Al final La Tota se despidió diciendo que ya no tenía nada que aportarle al futbol, sin embargo, hoy lo despedimos diciendo que dejó una escuela de porteros a la que le aportó más de lo que él pensaba.