Tras el cierre del Clausura 2025, el Club Puebla enfrenta uno de los momentos más delicados de su historia reciente. Con apenas 9 puntos obtenidos bajo la dirección de Pablo Guede, y una preocupante tendencia descendente en los últimos tres torneos, La Franja ha caído al penúltimo lugar en la tabla de cocientes. Esta posición ya le costó una multa de 47 millones de pesos y, de no revertir la situación en el Apertura 2025, el riesgo de repetir o incluso aumentar esta sanción es muy alto.

La obligación de sumar al menos 30 puntos en el próximo torneo no solo es una meta deportiva, sino una necesidad financiera y estructural para evitar un nuevo golpe a las finanzas del club. Ahora a menos de tres meses del arranque del próximo certamen, la directiva encabezada por Rafael “Chiquis” García busca reconstruir el proyecto deportivo con una apuesta por jóvenes talentos y un cuerpo técnico renovado.

En medio de este panorama, surge una pregunta que ilusiona a muchos: ¿qué Leyendas Enfranjadas podrían tomar las riendas del equipo como directores técnicos? Te presentamos cuatro nombres que marcaron época en el Puebla y que, por historia, carácter y visión, a la afición le gustaría ver al frente del banquillo camotero.

Damián ‘El Ruso’ Zamogilny

Es para muchos, sinónimo de identidad enfranjada. Llegó a Puebla en uno de los momentos más críticos del club, cuando la institución luchaba por regresar a Primera División, y se convirtió en un símbolo de entrega, carácter y amor por la camiseta. Su historia personal refleja una resiliencia extraordinaria: superó rechazos, lesiones y hasta momentos económicos difíciles antes de consolidarse como pieza clave en el ascenso de 2007.

Su conexión con la afición poblana es profunda, al punto de haberse declarado dispuesto a dirigir al equipo incluso sacrificando asuntos personales, simplemente por el amor que le tiene a La Franja. Con título de técnico, experiencia como auxiliar y un profundo conocimiento del club, el Ruso representa una figura capaz de devolverle identidad y espíritu combativo a un vestidor que necesita creer nuevamente.

Matías El Chavo Alustiza

Desde que llegó a Puebla en 2012, su picardía y puntería lo convirtieron en uno de los máximos ídolos del club, firmando momentos históricos como la final de Copa, la reinauguración del Cuauhtémoc y duelos decisivos. Hoy, ya preparado como director técnico, Alustiza levanta la mano decidido a liderar desde el banquillo con el sello que lo caracterizó en la cancha: sacrificio, orden y amor incondicional por la Franja. La afición lo respalda, y él sueña con devolverle al Puebla un nuevo capítulo de gloria.

Jorge El Mortero Aravena

De ser descartado por Universidad de Chile y relegado al banquillo en Colo-Colo, pasó a convertirse en el alma del Puebla campeonísimo. Aravena conquistó a la afición camotera no solo con goles, sino con identidad. Su amor por la Franja fue tan grande que, pese a tentadoras ofertas, nunca aceptó jugar en México con otra camiseta. Hoy sueña con volver a dirigir al equipo de sus amores, convencido de que la clave del éxito está en la identidad, el compromiso y la pasión por la pelota.

La dupla Villalpando–Cherokee

En la historia del Puebla de los 2000, hay una dupla que representa mucho más que talento en la cancha: Jorge Villalpando y Sergio “Cherokee” Pérez, dos símbolos de una era inolvidable, marcados por la pasión, el sacrificio y el amor a la Franja. Ambos forjaron sus sueños desde niños con el balón como destino, vivieron el amargo descenso y el glorioso ascenso, y encontraron en el “Chelís” a un formador de personas. Juntos, representan el espíritu camotero: lealtad, resiliencia y amor incondicional por la misma camiseta.

Villalpando, el arquero que vivió en carne propia el sacrificio de dejar su hogar para abrazar su sueño, y Pérez, el lateral que supo convertir las adversidades en fuerza para seguir adelante, construyeron una hermandad desde la cancha que hoy continúa fuera de ella. Tras coincidir como cuerpo técnico en Coyotes de Tlaxcala, sus caminos se entrelazan nuevamente como referentes del fútbol poblano. Mientras Jorge dirige al York United FC en Canadá, Sergio sigue dejando huella como formador.