Mejor conocido como “el Burrito”, Ariel Ortega fue uno de los más destacados delanteros argentinos durante la década de los 90. Debutó en Primera División con sólo 17 años de edad, vistiendo la camiseta del River Plate, club en el que formó pareja atacante con el uruguayo Enzo Francescoli.

Cabe destacar que Ortega tenía un amor incondicional por River, lo cual demostró en cada actuación con el conjunto de “nuñez”, pues se convirtió en uno de los grandes ídolos de la historia del club. Si bien debió esperar casi un año para el ansiado debut. El 14 de diciembre de 1991 contra Platense y con Daniel Alberto Passarella en el banco de suplentes, Ortega comenzaría a maravillar a propios y extraños.

El “Burrito” era un jugador distinto: jugando como enganche o como delantero, siempre era la pieza desequilibrante. Dueño de una gambeta única y de un quiebre de cintura que dejaba parado al defensor más experimentado.

Su gran nivel le abrió las propuestas del fútbol europeo: su primer paso fue por el Valencia de España (97-98), luego por la Sampdoria (98-99), el Parma (99-00) y el Fenerbahce (02-03). Alternó buenas y malas, pero en ningún momento logró volver al nivel que tuvo con los Millonarios, club donde consiguió cinco torneos argentinos (Apertura 1991, Apertura 1993, Apertura 1994, Apertura 1996 y Clausura 1997) y se proclamó campeón de la Copa Libertadores (1996), también anotando 80 goles y brindando 108 asistencias.

Tras varias idas y venidas, en el año 2012 el “Burrito” le dijo adiós al deporte y al club de sus amores, el cual le dedicó un partido homenaje donde dio gracias y mostró todo el amor que tenía por el River Plate. “A todos, agradecerle a ustedes y a Dios por hacerme hincha de River», señaló entre lágrimas en su despedida del futbol profesional.