Con una capacidad de 22000 espectadores, el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza es un llamado a la nostalgia de una ciudad que respira historia, pasión y futbol como es el caso de la capital poblana.

Construido con motivo de la Olimpiada Nacional de 1952 en Puebla, el inmueble albergó a  tres equipos representativos de la ciudad, sin embrago, y contrario a lo que se piensa, fueron los Pericos, equipo de béisbol, los primeros huéspedes del Zaragoza con una estancia en el recinto de veinte años, para posteriormente  mudarse al aquel entonces nuevo parque de béisbol Hermanos Serdán.

En 1956 la Franja solicitó un permiso a la FMF por conducto de su entonces Presidente Manuel Hidalgo, el cual le permitiera a los camoteros ausentarse por un año de la primera división, dicha causa hacía alusión a los problemas financieros del Club y al mal estado del parque “El Mirador”. La FMF negó el permiso y sentenció que de ser válida la acción del equipo camotero, únicamente podría volver a la segunda división del balompié nacional.

“El Mirador” se incendió ese mismo año y la Franja marcó su retiro del máximo circuito luego de 11 años en el balompié nacional.

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Ya para el año de 1964, el Puebla regresó a un torneo profesional, sólo que esta vez a la segunda división del futbol mexicano y teniendo como sede el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, sin embargo, la estancia de los camoteros sería corta; cuatro años bastaron y los de la Angelópolis nuevamente cambiarían de inmueble, esta vez al Estadio Cuauhtémoc, actual casa de La Franja.

Los años 70’s marcarían la mudanza de los representativos poblanos y el abandono total de un inmueble que al día de hoy presume de haber albergado el más grande, polémico y épico concierto de rock jamás antes visto en la ciudad: la banda británica Queen con su mítico vocalista Freddie Mercury, autor de la balada “We are the champions”, considerada un himno de las victorias deportivas y frecuentemente utilizada en los equipo de futbol en México luego de haber coronado una temporada.

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64 años después el Zaragoza se planta viendo pasar el tiempo, a la espera de una nueva oportunidad que le permita resurgir como un inmueble digno de la historia que ha vivido, aunque en mi opinión, difícilmente será otra vez un contenedor de pasiones desbordadas, esas que al día de hoy todavía se sienten en su interior.

kalajoseluis_LNF

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@calajoseluis