El futbol mexicano recibió una tristísima noticia, el fallecimiento del legendario entrenador Manuel Lapuente, quien partió a los 81 años, dejando un legado imborrable en la historia del fútbol nacional. Considerado un ícono del banquillo, Manolo se ganó un lugar en la élite del deporte a fuerza de carácter, inteligencia táctica y resultados que marcaron época.

Su nombre quedó escrito con letras doradas en Puebla, club en el que vivió algunos de los capítulos más entrañables de su carrera. Como técnico de La Franja, Lapuente conquistó el título de Liga en la temporada 1982-83 y repitió la hazaña en la 1989-90, año en que además logró el histórico “doblete” al ganar la Copa México. Su liderazgo, disciplina y cercanía con la afición poblana lo convirtieron en una figura eterna del club, símbolo de una de las eras más gloriosas del equipo.

A lo largo de su trayectoria, Lapuente acumuló cinco títulos de Liga MX con Puebla, Necaxa y América, consolidándose como uno de los entrenadores más exitosos en la historia del país. Como director técnico de la Selección Mexicana, dirigió el Mundial de Francia 1998 y alcanzó la inmortalidad al conquistar la Copa Confederaciones 1999, derrotando a Brasil en el Estadio Azteca, uno de los logros más significativos del fútbol nacional.

Más allá de los números, Manuel Lapuente será recordado por su carácter firme, su boina inconfundible y su capacidad para formar equipos con identidad y personalidad. Su legado trasciende los trofeos: dejó una escuela, una ideología y un ejemplo de liderazgo que seguirá inspirando a jugadores, entrenadores y aficionados. Hoy se marcha una leyenda, pero su historia quedará viva en cada cancha de México. Descanse en paz, Profe.