Alberto González Barillas nació en San Salvador en 1958, el menor de ocho hermanos, su carrera fue meteórica; debutó a los 16 años, su talento lo llevó a comandar a su selección en el mundial de España 82, la primera participación en la historia del equipo salvadoreño en la fase final de un mundial.
Negó a clubes como el París Saint Germain, quienes llamaron a su puerta para ofrecerle una carrera profesional que pudo asemejarse a la de otros jugadores memorables, muchos de ellos admiradores suyos como Maradona. Sin embargo, Mágico González decidió ser fiel a sí mismo.Por ello acabó recalando en el Cádiz de la Segunda División de la Liga Española.
Ahí comenzó una historia de amor, por su toque fantasioso, su creatividad en el campo y la velocidad de su regate en carrera. El “Mágico” encandiló a la afición y fue pieza clave en el ascenso del equipo a Primera, donde dejó goles para el recuerdo y actuaciones de elegido pocas veces vistas en aquellos lares.
Años después tuvo la oportunidad de unirse al Barcelona de Menotti y Maradona, pero el club azulgrana lo rechazó después de que lo encontraran durmiendo junto a una mujer en pleno hotel de concentración. Como él mismo dijo en una entrevista: «No me gusta tomarme el fútbol como un trabajo, si lo hiciera no sería yo: sólo juego para divertirme».
Al final, la existencia tan peculiar como la del Mágico González, empeñado en alejarse de las tentaciones monetarias y gloriosas de la de sus colegas para abrazar un estilo de vida despreocupado y olvidadizo, exento en la medida de lo posible de complicaciones y presiones, es un contraste con el futbol moderno.