Dzsenifer Marozsán nació en Budapest, pero fue en Alemania donde empezó a escribir su historia con el balón. Desde niña mostró un talento distinto, destacando por su clase y visión. Pronto brilló con la camiseta alemana: campeona de Europa sub-17, campeona del mundo sub-20, Bota y Balón de Oro juvenil… una joya desde temprano.
Con la selección mayor, fue clave en la conquista de la Euro 2013 y pieza decisiva en los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde marcó el gol que le dio a Alemania su primer oro olímpico. También fue capitana, jugó más de 100 partidos internacionales y dejó huella como líder dentro y fuera del campo.

En clubes, su historia con el Olympique de Lyon es de leyenda: títulos nacionales e internacionales, actuaciones memorables y una técnica que siempre marcó diferencia. Incluso tras una complicada lesión de rodilla, siguió compitiendo al más alto nivel. En 2024 alcanzó los 200 partidos con el club y fue reconocida como Embajadora del Fútbol Alemán, un premio que refleja su impacto global.
En 2023 se despidió oficialmente de la selección, pero su legado sigue inspirando. Porque Dzsenifer no fue solo una gran jugadora: fue una de esas pocas que entienden el fútbol con los ojos cerrados, que hacen fácil lo imposible y que hacen del dorsal 10 algo más que un número. En sus pies, el “10” fue arte, corazón e inspiración para miles de mujeres que sueñan con el balón.