Luis Manuel Rubiales nació en Las Palmas de Gran Canaria, en 1977, pero creció en Motril, Granada. Como futbolista se dice que rechazó una oferta para fichar por las categorías inferiores del Real Madrid y las primeras imágenes que hay imagen obedecen al juvenil del Valencia. Después sí viajaría a la capital, pero como jugador del tercer equipo del Atlético.
Jugó para el Granada B, Guadalix, Mallorca B, Lleida y Xerez, ya en Segunda. En la temporada 2003-2004 consiguió llegar a primera división con el Levante. Después pasó al Alicante y por último al Hamilton escocés.
En la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), donde fue presidente de 2010 a 2017, pidió que se firmase un convenio colectivo que crease un fondo para garantizar el pago de los sueldos y se impusieran sanciones para quienes incumplieran con los pagos. Sin embargo, ahí comenzaron sus polémicas, pues la directora de Marketing, Tamara Ramos, emprendió acciones judiciales contra él debido al trato que recibió.
Aún con esto, Rubiales llegó a la presidencia de la Real Federación Española de Futbol (RFEF) y a la vicepresidencia de la UEFA, marcado por un ambiente de malas formas para lograr el temor de su entorno. Eso sí, en líneas generales ha sido un buen gestor del fútbol ibérico. Pero, con la imagen de una dirigencia y unos rectores anclados en el pasado del “ordeno y mando”, de actitudes machistas incrustadas en el seno de los órganos de dirección.
Y bueno, una muestra de esto es actuación tras la final del Campeonato del Mundo de Fútbol Femenino al besar a Jenni Hermoso, el lío de la Supercopa de España llevada a Arabia Saudí, los supuestos pagos a Kosmos, empresa de Gerard Piqué, aunado a sus gastos y acusaciones por viviendas. Al final el mandato de Rubiales se ha puesto en peligro pues la FIFA lo ha inhabilitado y el mundo del futbol se ha posicionado en su contra.