Por. Zac Villegas

La noche de este miércoles en el Estadio Cuauhtémoc se llevó a cabo un partido fascinante, con altibajos muy bien pronunciados, entretenido, lleno de emociones, con jugadas en el último tercio de la cancha de ambas escuadras que se ahogaban en la punta de la lengua. Atractivo para los presentes y los televidentes, aunque cueste creerlo los partidos entre Puebla y el América son un clásico.

América sacó la casta por la mínima en el partido pendiente de la jornada 1 del Clausura 2020 de la Liga MX, el auto del único gol fue Bruno Valdez. Por su parte hay que destacar la gran actuación de otro ídolo del americanismo, Guillermo Ochoa, quien se llevó las palmas despúes tres atajadas sublimes, impresionantes que pudieron sentenciar a las Águilas, pero él se mostró como un grande, como aquel del Mundial Brasil 2014.

Giovani Dos Santos, por fin pudo plantarse en el campo como un delantero que tanto necesitaba sus compañeros, entendiendo todas las jugadas en contraataque, moviéndose de un lado a otro. Recibiendo y entregando pases precisos como en el Barca, pero sobre todo, siendo protagonista en las jugadas importantes. Como todo un 10.

Por parte del Puebla, queda de más decir que los tres palos están muy bien resguardados por Nico Vikonis, un personaje atento, de buena lectura, guía de sus defensas. En la delante, aunque poca efectiva pese al ‘Polaco’, es Fernández y Chumacero que tiene que hacer el trabajo sucio, desde bajar poco más del medio campo para recuperar balones hasta empezar tremendas corretizas y terminar los ataques.

Por otro lado, El VAR, volvió a convertirse en protagonista.  Generando polémica desde una entrada fuerte de Aguilera sobre el delantero camotero Tabó  al minuto 8 hasta el gol anulado de Zavala al 31, esta maldita e innecesaria tecnología empieza a provocar dolores de cabeza, molestia, un piedra en el zapato tanto para jugadores, aficionados y para los mismos árbitros, que deben parar el partido más de 3 minutos para hacer revisiones de jugadas que son bastantes claras.

Por último, Eduardo Galván Basulto, árbitro correspondiente de este encuentro no acertó en ninguna jugada y tuvo que ser auxiliado por el VAR. Claramente sin decisión propia el silbante evito expulsar, en un par de ocasiones al zaguero  azulcrema Aguilera por fuertes entradas. Anular el gol, y por si fuera poco, la desesperante palabrería del Piojo Herrera durante todo el encuentro. Falta de criterio, de profesionalismo, en Puebla, faltó credibilidad.

El VAR se ha convertido en un cáncer para el fútbol mexicano.