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Felicitar al bicampeón de la Concacaf, alabarlo y dedicar una columna para desvivirme en elogios sería lo más común y lógico, sobre todo si se trata del equipo más grande de México (12 títulos), y de la Confederación (7 títulos): el América.

La prensa deportiva de México parece que no sabe analizar un partido desde el punto de vista estrictamente futbolístico, no desde la óptica del resultado que en algunas ocasiones resulta bastante engañoso y no refleja lo que realmente sucedió en el terreno de juego. Por ello y sin ser aguafiestas, quiero dedicar esta columna para analizar los errores del América durante los 180 minutos de la final y resaltar algunas virtudes que tampoco puedo dejar de lado.

El América de Nacho Ambriz tiene una gran virtud, en ocasiones le bastan 30 minutos de brillantez futbolística para arrasar con el rival, moverlo de un lado a otro, con una verticalidad envidiable y con un manejo de balón que puede llegar a ser exquisito. Siempre bajo la batuta de su capitán Rubens Sambueza, de su brújula en el medio campo Osvaldo Martínez y del jugador que le da el equilibrio a todo el equipo, el Chepe Guerrero. Con eso ha sido suficiente para tener 27 puntos en la liga y haber conquistado su séptima corona en la Concacaf ante, según la mayoría, el mejor plantel del continente, los Tigres.

Durante el primer tiempo de la ida era claro lo que buscaba América, estar bien parado con dos líneas de 4, aguantar el empate y jugar al contragolpe, un contragolpe que es evidente ni siquiera practican durante la semana, se nota la improvisación de los movimientos. En estos 45 minutos se vio un equipo que no defiende bien, amontonado, disperso, sin acompañamiento y totalmente destructor de la situación. Un muy mal primer tiempo dieron los azulcremas en Monterrey. Para el segundo, la situación cambia por completo, Ambriz suelta más al equipo, les pide más cohesión entre líneas, mayor acompañamiento y con ello mejora la posesión del balón y la calidad futbolística. Fruto de lo anterior es el gol del “Pipa” Benedetto después de una gran jugada colectiva, a partir de ese momento América fue amo y señor del partido, controló tiempos, movimientos y el ritmo del juego, era peligroso en el contragolpe y defensivamente cortaba todos los ataques del miedoso e inoperante Tigres. Terminó el partido con un 2-0 a favor de las Águilas y debió haber sido 3-0 si no es por un garrafal error del abanderado.

Para la vuelta todo pintaba para que América jugara más o menos de la misma forma pero con mayor proyección ofensiva gracias a que regresaban los suspendidos Darwin Quintero y Miky Arroyo y recuperaban a Paul Aguilar. Desde la alineación inicial Ambriz se equivoca rotundamente al querer jugar un 4-3-3 con miras al contragolpe y evitar que Tigres se lanzara con todo al frente. Pero Nacho no pensó que los felinos le iban a comer la media cancha desde el silbatazo inicial, Dueñas y Pizarro hacían lo que querían en el centro del campo. América no cruzaba la media cancha si no eran con pelotazo sin ton ni son, los medios estaba confundidos, dado que tenían inferioridad numérica no sabían a quién marcar y cómo marcar. El equipo llega a ser desconcertante. La Chilindrina volaba por la banda izquierda y Paul Aguilar se notaba lento e inseguro. Gracias a un error defensivo, André-Pierre Gignac vacunó a la Águilas en el ocaso del primer tiempo; los pronósticos ya no eran buenos. Nacho se equivocó al no incluir al Chepe Guerrero en el once titular para darle libertad y soltura a Osvaldo Martínez. El uno no coexiste sin el otro.

Para el segundo tiempo salió otro América diferente al del primer tiempo, con más intensidad, ya con el Chepe en la cancha se tuvo recuperación del balón, Osvaldo empezó a ser el motor del medio campo, a Sambueza le dieron más libertad para subir y Oribe peleaba todos los balones arriba. El “Ame” poco a poco se adueñaba del partido, comenzaban sus 30 minutos de brillantez y con el ingreso de Arroyo el equipo se va con todo al frente. Los azulcremas empatan el partido y de ahí al silbatazo final fue un verdadero baile el que se llevaron los decepcionantes Tigres, ese América quisiéramos ver durante más tiempo. Normalmente Ambriz descompone al equipo con los cambios, ahora le salieron no porque sea un gran entrenador sino porque era lógico el ingreso del siempre titular Chepe, Arroyo entró obligado por la lesión de Darwin, ¿Dónde está el manejo táctico impecable de Ambriz del que me habla la prensa deportiva?.

Al fin de cuentas se logró el “bi”, hazaña que también conquistó el Monterrey en su momento, y todos los errores y lo mal que juega el América por grandes lapsos de los partidos se opacaron. Estos errores pueden costar muy caro en la liguilla, la falta de solidez futbolística ya costó 6 puntos con las derrotas ante los entonces coleros Querétaro y Toluca. Estos errores se deben de erradicar porque hay dos equipos a vencer en la liguilla Monterrey y Pachuca, los demás navegan con la bandera de la mediocridad y con planteles bastante medianos.

¿Y los Tigres? Bueno los Tigres se evidenciaron en la final, no dejarán de ser un equipo pequeño aunque en Monterrey sigan pensando que es un grande de México y que tienen el mejor plantel de continente. ¿Tigres ya se acostumbró a jugar finales? SÍ, ¿ya se acostumbró a ganarlas? NO. El América no solo ya se acostumbró a jugarlas, sino a ganarlas, esa es la diferencia entre los clubes grandes y los chicos.

Felicidades al Club América por el bicampeonato y el primer título de su centenario, en esta Institución se celebran títulos, no partidos y aunque somos el más grande de la Confederación y de México, no echemos las campanas al vuelo que el equipo no juega nada bien al futbol. En Hora buena y que vengan muchos títulos más.

Se ganó a pesar de Ignacio Ambriz!

LUIS ALBERTO BRAVO

@luisbeto8