Francia sueña con ver a Kylian Mbappé, uno de los diamantes en bruto más prometedores del deporte rey, ayudar a su país a conquistar la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™ veinte años después del triunfo de los Bleus en casa.

El delantero no había nacido aún cuando, el 12 de julio de 1998, Laurent Blanc alzó el primer —y único— trofeo mundial de la selección francesa.

Sin embargo, seguro que conoce al dedillo todas las historias relacionadas con esa campaña ya legendaria, especialmente las referentes al Presidente, como su gol de oro en octavos de final contra Paraguay o la tarjeta roja que recibió en semifinales ante Croacia, que le privó de disputar la final.

Han pasado dos decenios, y este ex defensa central se ha convertido en un entrenador de éxito. Hace poco ejerció de asistente en el sorteo final de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™.

Blanc pudo acercarse así de nuevo al trofeo que tanta felicidad le procuró y tantos recuerdos le trae, y que repasa en esta entrevista con FIFA.com, en el año del vigésimo aniversario del momento en que los Bleus alcanzaron la gloria.

Veinte años después de Francia 1998, ¿cómo resumiría aquella experiencia en tres palabras?

Trabajo, mucho trabajo, sobre todo en la etapa previa al Mundial. Nuestro éxito se debió también a una preparación que fue casi perfecta. Los técnicos nos plantearon unos preparativos complicados, pero eso nos permitió llegar físicamente en plena forma. No hay más que ver el último partido, contra Brasil, en el que dominamos físicamente. Cuanto más avanzaba el torneo, más en forma estaba el equipo.

Y luego, alegría. Porque vivimos muchas cosas, y durante mucho tiempo juntos, algo que no siempre resulta fácil. Se crearon afinidades, se conformó un grupo. Y victoria. La victoria que llegó al final, y eso es lo más importante en el deporte. Se hacen muchos esfuerzos, pero al final únicamente gana un equipo. Y nosotros tuvimos la felicidad de ser ese equipo, y de lograrlo además en casa. Ganar un Mundial es algo maravilloso. Y ganarlo en tu país es más especial todavía: hay más alegría, más emoción, todo se multiplica.

Vídeo: Tres preguntas a Laurent Blanc

Usted fue el héroe de la eliminatoria de octavos de final contra Paraguay, al marcar el gol de oro. ¿Qué recuerdos específicos conserva de aquel encuentro?
Antes de acordarme del gol, recuerdo que fue muy complicado. Fue el partido en el que más sufrimos para derrotar a nuestro adversario. Quizás fuese el único de la competición en el que no lográsemos dominar al rival. El alivio que sentimos con ese gol fue tan grande como duro nos resultó el partido, y a partir de ese momento fue cuando todo encajó y nos convencimos de que podíamos llegar hasta el final. Comprendimos que el éxito estaba de nuestro lado.

¿Qué hacía usted en una posición de punta en aquel momento del partido?
¡No se me había perdido nada allí! Pero en un momento dado, hay que intentar asumir responsabilidades. Cuando sale bien, es fantástico. Pero si hubiésemos recibido un gol en contra, ¡creo que me lo habrían reprochado! Aun así, queríamos ganar ese partido, porque nos abría las puertas de los cuartos de final, en primer lugar, y creo que el país tomaba conciencia de que la selección francesa, después de haber sido tan denigrada antes del torneo, podía acabar ganando el Mundial.

En esa jugada, David Trezeguet tuvo la agilidad mental necesaria para entregarle a usted el balón. ¿Qué papel desempeñó él en el gol?
Robert Pirès regateó a uno o dos contrarios y centró para David, que estaba de espaldas al arco, y que no podía hacer gran cosa, pero que tuvo la inteligencia de verme, encarando la meta, y me bajó el balón de cabeza para que yo rematase en carrera. Los grandes jugadores comprenden muchas cosas dentro del área, y David, dentro del área, era un grandísimo jugador…

En semifinales, contra Croacia, la victoria se vio empañada por su tarjeta roja. ¿Darse cuenta de que iba a perderse la final le estropeó la alegría?
Ya lo dije hace veinte años, y vuelvo a decirlo veinte años después, fue un error que cometí. Teníamos un lanzamiento de falta a nuestro favor, así que no tenía por qué hacer ese tipo de gesto [golpear en la cara a Slaven Bilic], aunque el croata me había “picado” un poco… Pero eso forma parte de mi Mundial, de mi historia en el Mundial.

El fútbol es así: cuando a uno lo expulsan, no puede jugar el siguiente partido. Y si es una semifinal, el partido siguiente es la final… Cometí un error, pero lo habría llevado mucho peor si hubiésemos perdido. No olvidemos que en aquel partido estábamos con un 1-0 en contra, era la primera vez que íbamos perdiendo. Supimos reaccionar, empatar y luego marcar un segundo gol, y terminar el partido —por culpa mía— con un hombre menos. Pero, una vez más, nos acompañó el éxito.

Veinte años después, acaba de participar de otra manera en un Mundial, como asistente en el sorteo final. ¿Cuál es su relación con este torneo?
Cuando uno conoce el éxito que supone ganar el Mundial, cambian muchas cosas. Cambia tu vida como futbolista, y la mirada de los demás. Se forma parte no solo de la gran familia del fútbol, sino también de la pequeña familia de quienes han ganado el Mundial.

La actual selección francesa está causando sensación con los jugadores de calidad que tiene en ataque. ¿El potencial ofensivo del combinado actual es una baza comparable a la que representaba el potencial defensivo del equipo de 1998?
Sí, pero es mejor tener potencial ofensivo, porque es más difícil de lograr. Encontrar a jugadores que sean buenos defensivamente, no digo que resulte más fácil, pero se encuentran muchos más que jugadores de talento que marcan goles. Y evitar recibir goles, con todo, es más fácil que marcarlos.

¿La generación actual cuenta con el talento necesario para ganar el Mundial?
Con el talento, sí. Ofensivamente, hay pocos equipos que tengan este potencial. Nos falta madurez y experiencia, porque se trata de jugadores jóvenes, así que no puede pedírseles que tengan el talento y la despreocupación de la juventud y al mismo tiempo experiencia. Eso no es posible.

Si somos capaces de conseguir una buena mezcla entre los jugadores experimentados y estos jóvenes que tienen tanta calidad, puede ser algo muy interesante. Siendo objetivos, hay selecciones más favoritas que Francia. Pero Francia tiene un potencial que hacer valer, y creo que los adversarios empiezan a comprenderlo, lo que ya es positivo.

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